domingo, 28 de julio de 2013

POESÍA: ANGROIS Y ESPAÑA SE VISTEN DE LUTO

 

No volverán a soñar más,
¡no volverán!
de ese otro mundo
al que se fueron en un par de minutos!
cada uno con sus historias,
¡cada uno!

Mueren los que se van
y se quedan malheridos
sus parientes, padres, madres, hermanos, esposas, novias, novios, amigas y amigos,
pues se los llevó sin más avisos,
camino de Santiago,
una curva sin sentido,
y una velocidad de esas que dan vértigo
a 190 kilómetros por hora justos.

Pudieron ser otros,
tu, yo,
¡pudimos ser!
pero estas son cosas del destino.

Todo queda a expensas de lo que diga
una caja negra,
tan negra
como los ojos dormidos
de quienes viajaban pensando
cada uno de ellos y ellas, jóvenes, mayores y niños
en llegar a esa estación final y punto
de un viaje soñado
para asistir a una boda, a un bautizo,
a ver al ser querido
o al Patrón de España
que desde su pedestal de piedra
en la catedral que lo lanza al mundo
es visitado a menudo
por peregrinos
que vienen por sendas, vías, cielos y caminos
que nacen más allá de España
y corren tanto y mucho,
por media España con sus montes, llanos, pueblos, aldeas y caseríos.

No se me va del pensamiento
la imagen,
sonido e infernal ruido
de esa tragedia,
ni de ese momento
justo
en que un tren
sin más rumbo
que llegar a su destino
se sale de las vías
sobre las que se sienten
todos los viajeros
seguros
para ir a lamer
los brazos de la muerte
¡que injusto!
en forma de beso  helado
contra un muro.

Campanas al aire
en toda España
anuncian luto,
con sus días de crespones negros
en las fachadas de los edificios,
entre páginas y más páginas
de periódicos y revistas de medio mundo
sacando imágenes  tremendas
que quitan el sueño
y son como un presagio
de los males que azotan a este siglo XXI
en que cada uno
de los que tienen parte en este asunto
intentará quitarse sus responsabilidades
en ese juicio futuro.

Todo queda en lágrimas,
penas y vidas destrozadas
que no volveran a ser lo mismo.

No lo serán
ni las puestas del sol,
ni los momentos más íntimos,
ni nada que se hubiera pensando
justo
antes de que ese tren
ya sin rumbo
se fuera a salir
de su camino
en una curva sin sentido
que se toma a ojo
de quien se convierte en un segundo
en el ser único
capaz de cambiar el destino
de todos aquellos,
en masculino y femenino,
que con unos billetetes de tren
desperdigados entre amasijos
de hierro, fuego y humo
no tuvieron tiempo
para ver cumplido en sus vidas
otro tipo de futuro
que no sea el de dormir
en la muerte
para la cual
tarde o temprano
todos nacimos.


 Autor: José Vte. Navarro Rubio

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